13 de agosto del 2014/ Laia Jorba-Galdos /Noticias / No hay comentarios

No es posible ni terapéuticamente productivo comparar niveles de dolor y sufrimiento entre víctimas de varios crímenes y opresiones, pero ciertamente es necesario nombrar los factores únicos que contribuyen al daño en la violencia sexual. Parece que las comunidades y los individuos se sienten más a gusto hablando de la violencia domestica que de la violencia sexual. Desde una perspectiva clínica todas las formas de trauma físico tienen síntomas somáticos similares; el cuerpo es el blanco de la violencia y responde de formas que pueden ser difíciles para los sobrevivientes entender y aceptar. Desafortunadamente ambos crimines han permanecido en nuestra sociedad y por lo regular se interceptan de forma compleja.

Aunque no todos los asaltos sexuales suceden en el contexto de violencia doméstica, muchas situaciones de violencia doméstica también envuelven violación como una arma para el control. Si uno en cada seis hombres y una en cada cuatro mujeres han sido sexualmente atacados (como siempre las estadísticas son engañosas) eso significa que casi todo mundo es afectado directa (como una víctima principal) o indirectamente (como una víctima secundaria o agresor). Aún así hablar de asalto sexual parece ser un tabú demasiado grande. Parte de la explicación como siempre es política y cultural. Los medios y la publicidad muestran a las mujeres como objetos “débiles” y pasivos para poseer con ninguna opinión y que no saben lo que quieren; mientras que los hombres son mostrados como “fuertes” animales, que actúan por urgencias biológicas que no siempre pueden ser controladas. Cualquier otro individuo que no quepa en la dualidad de géneros es probable que sea un blanco para la violencia sexual.

De forma extraña la violencia parece ser más aceptada en las películas y en los programas de televisión que el contenido sexual con consentimiento. En mi opinión el sistema de clasificación de las películas esta totalmente al revés ya que muestra que la violencia esta bien, pero que la sexualidad y la intimidad es algo que se debe ocultar y de lo cual debemos avergonzarnos. ¿Qué nos dice esto del placer y de la intimidad? ¿Cómo podemos brindar buena educación al rededor de los límites de una intimidad sana cuando la cultura misma ni siquiera quiere verla? También creo que debido a la falta de educación y el nivel de vulnerabilidad envuelto, la cultura principal de la sexualidad en los Estados Unidos tiene muchas sombras, las cuales los individuos tienen problemas explorando y descifrando. El mal uso sexual (si es que no es abuso) es algo muy cercano, en las cuales las fantasías, imágenes culturales y falta de educación acerca del placer, vulnerabilidad y respeto son un fardo que todos nosotros llevamos en mayor o menor cantidad. A menos que nos atrevamos a explorar nuestras sombras y lugares oscuros, a menos que queramos ver estos problemas y romper los mitos culturas, va a ser difícil hablar abiertamente acerca del asalto sexual y de las relaciones saludables.